Barrio cero; Javier Reverte; Barcelona; Planeta; 2010
Castigo y crimen
De acuerdo con el Diccionario de la RAE, la palabra «misericordia» se emplea para designar tanto a la «virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenos», como al «puñal con que solían ir armados los caballeros de la Edad Media para dar el golpe de gracia al enemigo». No parece casualidad que la novela ganadora de la edición del 2010 para el premio Fernando Lara, que habla de los malos tratos a las mujeres en los barrios marginales y la labor de la Ley operando con mayor o menor fortuna hacia ellas, se ubique en un lugar llamado «Cerro Misericordia».
Barrio cero escoge a Paquita Romero para ser el ejemplo de heroína, que bien pudiera erigirse como icono utópico de un colectivo desafortunado, como son todas las mujeres que sufren abusos y vejaciones por parte de sus parejas sentimentales, pero que al sentirse ella misma «criminal» y no «buena persona», incita al lector a la reflexión: el peso de la culpa, desestabiliza más el equilibrio anímico de una vícitima que todos los kilos de malos tratos que haya podido soportara lo largo de su vida.
El concepto crisitiano hiere la moral de Mamá Romero, viciando la imagen que tiene de su propia persona y aunque se rodea de buenos consejeros y es apoyada por el pueblo, el personaje de heroína no deja de ser una marioneta que lucha por descubrir poco a poco en qué consiste eso de tener una opinión propia y actuar en consecuencia.
Del mismo modo que la moral cristiana perjudica el criterio de la protagonista, el regusto comercial de la novela termina inclinándose por la resolución más previsible: pinceladas de maniqueísmo son las que terminan por desvirtuar un texto que de haberse resuelto otro modo, podria resultar correcto, original y brillante, además de extremedamente apropiado para denunciar el terrible problema de la violencia doméstica o machista o de «diferenciación sexual» que continúa avanzando en la sociedad de nuestros días.
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