Die erste Herausforderung. Experiencias de una que enseña cine en español a los suizos.
Había una vez una escritora empeñada en contar historias a través de las películas que había visto. Un día, después de mucho caminar por lugares extraños, cansada de tanto perderse y encontrarse a otros que igual que ella, habían dado con el camino equivocado para llegar allí donde querían, se paró en seco y pensó que podía probar a hacer otras cosas, a contar otro tipo de cuentos.
La escritora se marchó lejos y llegó a un sitio en donde no podía seguir contando sus historias, un lugar pequeño, rodeado de montañas y donde la gente hablaba un idioma diferente al suyo. Para poder seguir haciendo aquello que más le gustaba, tuvo que aprender la lengua y lo hizo.
Pasó el tiempo y la escritora, además de escribir y de contar cuentos, de estudiar un idioma que desconocía y de desplazarse por las carreteras del nuevo entorno en corcel de dos ruedas, conoció a personas que le regalaron otro tipo de narraciones y ella, las escuchó todas.
Un día la escritora y el grupo de personas que explicaban sus vidas, se reunieron en una sala para ver juntos una película. Entre todos, discutieron el argumento y buscaron una conclusión a lo que acababan de ver, una historia que describiera lo sucedido tal y como cada uno lo había entendido.
Fue muy divertido y tardarían mucho tiempo en olvidarlo.
Después de la película, brindaron con sangría y comieron deliciosos panes y fiambres de la comarca. Había que celebrar el momento.
Ver El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973) con los miembros de un grupo de jubilados suizos estudiantes de español, es un reto, pero lograr que entiendan y disfruten uno de los argumentos más aparentemente sencillos de nuestra filmografía y sin embargo, de mayor profundidad interpretativa, es un auténtico logro.
Las inquietudes y los sueños de Ana (Torrent) alentada por su traviesa hermana Isabel (Tellería) después de conocer al monstruo de Frankenstein en el cine ambulante que llega a su pueblo durante el invierno de 1940, se ha convertido en un «cuadro hablado» de la España de la Posguerra para este grupo de jubilados curiosos de la Suiza germano parlante.
Cientos de estudios y textos que abundan en la interpretación psicológica y la simbología de esta película se encuentran, si uno tiene la paciencia de buscarlos. Hoy esta gente, me ha devuelto una mirada nueva sobre un tema que creía tener gastado, sobre el que pensaba que ya no tenía nada más que descubrir y estoy tremendamente agradecida. Hoy he visto El espíritu de la colmena en los rostros de todos los que estaban sentados viéndola y me he dado cuenta de que no se puede analizar una película, si antes no se sabe cual es la reacción de su público.
De momento el primer reto ha sido superado. Mientras tanto, yo sigo caminando.
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