Half Nelson. Ryan Fleck, 2006
Oh Captain! My Captain!
Los que en su día vivimos la fiebre por las películas de profesores redentores, que no sólo llevaban a sus alumnos hasta lo más alto de la integridad moral e intelectual, sino que además, cual jesucristos, se hundían ellos para salvar a los suyos, por transgresores, por idealistas. Para todos nosotros, que de tanto almíbar nos salieron caries y acabamos renegando de oír y ver siempre lo mismo, parece que esté dedicada esta película.
Half Nelson noquea al espectador y le cuenta una desgracia muy grande: la de un profesor de Historia y entrenador de baloncesto adicto al crack, y una alumna que aprende a ganarse la vida como peor puede hacerlo, que además, descubre a éste en pleno chute en los servicios del instituto.
La educación, que es una tarea compleja y que requiere una figura de respeto, a ser posible atractiva y por supuesto: lo suficientemente empática como para transmitir «algo» al que debe aprender, se convierte aquí en un combate de lucha libre. El alumno no siempre pide a gritos que le den lecciones (me atrevería a decir que casi nunca…) y el profesor lo sabe, así que le quedan dos opciones: o pasar de todo o jugar a ser Robin Williams.
¿Qué le sucede entonces a Dan Dunne con Drey? pues una desgracia que ni la pasión por la Historia de los Estados Unidos, ni las ganas de aprenderse de memoria fechas concretas y acontecimientos importantes puede arreglar.
La película, con una estética que parece sacada del «manual para filmar películas con estética indie» -con todo lo atractivo que esa estética tiene- se sirve además de la presencia despampanante de Ryan Gosling, o cada uno de los trocitos caídos al suelo de los que está compuesto ese personaje que es Dan Dunne, mitad yonki y mitad adulto. Su alumna los recogerá. Trabajo sucio el suyo.
Porque los niños de trece años no son tontos y se fijan en las cosas, a veces las juzgan y otras sólo las copian. Por eso hay que tener cuidado, mi Capitán.
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