El Placer

 

El Placer (Le plaisir) Max Ophüls; 1952

Tríptico inefable

Existen un tipo de libros infantiles, ilustrados y troquelados que funcionan como casas de muñecas. Estos ejemplares suelen exponerse sobre las mesas de las librerías y las bibliotecas, abiertos en todo su esplendor porque así es como mejor pueden contemplarse.

No me refiero a los conocidos pop-ups que se despliegan en cada página e invitan al joven lector a que interactúe tirando de lengüetas o levantando pestañas, no. Hablo de otros cuyas pastas se repliegan 360º hasta tocarse completamente del revés, que luego se anudan para mantenerse fijos y en posición vertical, cuyo resultado es verdaderamente asombroso, por quedar convertidos en palacios, castillos, barcos piratas o bosques encantados.

Algunos de estos cuentos incluyen figuras recortables de cartulina y animan a representar con ellas el deambular de cada personaje por su escenario correspondiente, siguiendo la historia o inventando una nueva.

Pues bien, como estos cuentos, como cualquiera de ellos son las películas de Max Ophüls (Sarrebruck, Alemania, 6 Mayo 1902 – Hamburgo, Alemania, 25 Marzo 1957). El Placer es una de ellas.

Editada lujosamente en un estuche que incluye un dvd con tres ensayos visuales, un libreto de comentarios y dos textos inéditos del propio Max Ophüls, no puedo hacer otra cosa que recomendarla.

Se nota en su formato que este pack de coleccionismo trata de seducir al espectador conquistando todos sus sentidos: la selección de imágenes, la maquetación, la fuente con que está rotulado e incluso el papel del libreto -tocarlo es una delicia- merecen la pena.

En uno de los comentarios compilados, leemos al director:

«Siento un choque con cada corte y es el motivo por el que trato de evitarlos, salvo que haya una intención dramática».

[Recogido por Enno Patalas, «Kosmopolit der Leinwand. Begegnung mit Max Ophüls», Filmforum nº3, 1953]

Así expresa su opinión respecto al uso del plano secuencia, uno de los más característicos de su estilo de filmación, junto con el plano general que emplea habitualmente en detrimento del de detalle. Max Ophüls dispone sus películas replegadas 360º sobre la mesa y el espectador las observa alrededor.

Las tres historias que componen El Placer (basadas en otros tantos relatos del architrasladado al cine Guy de Maupassant) son tres capítulos independientes y enlazados a la vez, gracias a la voz en off que desde algún rincón de la oscuridad que brota de la pantalla en negro, simula identificarse con el escritor francés de comienzos del siglo XIX. Un recurso metaficticio que conecta con el espectador, que lo invita a disfrutar de la película, sencillamente.

Sonreímos con las ocurrencias decimonónicas de mostrar un burdel de «muy buena» reputación que cierra sus puertas inesperadamente a la selecta clientela masculina que lo frecuenta en un pueblo normando, porque su patrona celebra la Primera Comunión de su sobrina. El placer y la pureza.

Y es que los caballeros no pueden entrar esa noche en la Casa Tellier, en su lugar se pasean por el puerto y admiran el paisaje neblinoso de los barcos recortando sus siluetas sobre el mar, el espectador, en cambio, tiene el privilegio de seguir con la cámara lo que sucede dentro del prostíbulo girando a su alrededor, asomándose a sus ventanas y recorriendo los patios traseros igual que un libro infantil troquelado y replegado 360º.

«Las películas se parecen siempre a la forma en que han sido creadas»

se dice en otro párrafo del libreto y debe de ser cierto. Vemos el documental sobre el rodaje que acompaña a la película y parece que compartimos con la anciana asistente del Sr. Ophüls los recuerdos de aquel trabajo en equipo por la Bretaña suiza, el «tempo» musical de cada toma y los latidos rítmicos en la narración del guión.

Una piedra preciosa para conservar dentro de su estuche y desplegarla, de vez en cuando.

4 comentarios sobre “El Placer

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  1. babel: es un regalo para los sentidos, en serio. No me gusta exagerar.

    Lo cierto es que la compré sin conocerla, dejándome llevar por la carátula y por las múltiples emociones que sentí de pequeña al ver «Carta de una desconocida»: -Más Max Ophüls no le hace mal a nadie, pensé.

    Y me ha hecho mucho bien. Hay que verla.

    Laura: eres un sol. Muchas gracias. Espero que la veas y me cuentes.

    María: «Six Feet Under» me impone mucho respeto. Habría que dedicarle un post por capítulo o por temporada, si me apuras… No creas que no le he pensado, jeje. Recogidas tus sugerencias «caídas».

    Gracias a tod@s y saludos.

    Me gusta

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