Beloved. Toni Morrison. Trad. Iris Méndez. Barcelona: Penguin Random House, 2001
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Termino este libro y, como me sucede tantas veces, con el argumento dando vueltas y planteándome preguntas regreso al prólogo (soy ese tipo de persona que sí lee los prólogos antes de leer las novelas a las cuales preceden). Toni Morrison, recién abandonado su trabajo en una editorial, se sienta delante del río Hudson y escoge, a partir de un recorte de periódico incluido en uno de los libros que ella había editado, al personaje ejecutor del acontecimiento central para esta novela. Luego, Toni Morrison escribe sobre lo que falta en esa historia, sobre aquellos a quienes se desconoce y sobre cómo pensaron, amaron, conversaron antes, durante y después del terrible acontecimiento y así compone Beloved.
Una magnífica lección de escritura (¿histórica?).
El regreso suele ser un elemento inspirador para construir un relato: un desconocido aparece en un ambiente que, en principio, le es ajeno pero a medida que la lectura avanza descubrimos que ha ido allí para vengarse de algo, allí donde todos le conocían pese a haberle olvidado; o la vuelta al hogar de alguien huido, el retorno de un familiar, la llegada (inesperada o no) de un fantasma del pasado (figurado o no tanto). Beloved conjuga todos estos elementos y logra un texto que es denuncia poética y es visibilización. En mi búsqueda de información inmediatamente posterior a la lectura (soy ese tipo de personas que busca opiniones y reseñas sobre libros después de leerlos) encuentro varios textos que ensalzan la crudeza de la narración para retratar la esclavitud, pero no tantos que se centren en la honestidad a la hora de hablar del infanticidio o el filicidio.
No es una novela sobre una asesina, al menos no es el libro que yo creo haber leído: Beloved me parece el esforzado retrato de las consecuencias que pueden tener en una persona (una mujer, una madre) la privación de libertad y el abuso impuesto generación tras generación: esa desgracia en la historia de la humanidad a la que conocemos como «esclavitud».
Y para ello se acude a la figura del espectro retornado y también, en cierto sentido, a la de la venganza, pero Beloved no se limita a contar linealmente para que el lector la entienda: es confusa e impresiona, es una navaja afilada que mantiene vivo un recuerdo trágico particular (el asesinato de una hija) y otro general (el sometimiento inhumano de los negros a los blancos durante unos doscientos cincuenta años en Estados Unidos).
Un Premio Pulitzer (1988) de una Premio Nobel (1993) con el que todos aprendemos mucho más de lo que esperábamos.

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