Cuentos completos. Truman Capote. Trad. J.M. Álvarez Flórez, Paula Brines, Benito Gómez Ibáñez, Enrique Murillo, Ángela Pérez, Juan Villoro, Jaime Zulaika. Barcelona: Anagrama, 2004
Puntadas (con hilo)
A la hora de enfrentarse a un bordado, además de proteger el dedo de apoyo con un dedal que no oprima la yema pero que se ajuste al tamaño y condiciones de nuestra anatomía hay que tener en cuenta el comienzo, el final y, muy especialmente: la intrínseca relación entre ambos.
Se clava la aguja y el cabo sobrante se deja por el revés de la tela para prender con cada nueva puntada, oculto y sin llamar la atención. Hay quien ata un nudo y luego deja un pedazo de hilo colgando lánguido y molesto lo cual constituye un error de primer calibre: nunca, jamás se anudará el revés de un bordado que en cualquier caso deberá ser lo más parecido posible a la superficie vista, aunque se trate de una pieza compuesta por multitud de hilos: el revés nunca tendrá «pelotillas» ni «bigotes» y el esfuerzo por evitarlo marcará la calidad del resultado final.
El conjunto de la pieza estará condicionado por ese final, porque al rematar la última puntada el hilo sobrante regresa al revés y, de nuevo, se esconde sin llamar la atención y, por supuesto: sin adoptar la molesta forma de un nudo.
Truman Capote escribía sus cuentos con un cuidado semejante: sus comienzos son discretos y sus finales enlazan correctamente a ellos, sin torpes nudos, sin añadidos falsos, postizos o innecesarios. La trama alcanza su final y regresa a su comienzo para cerrarse y desaparecer.
El lector de los cuentos de Truman Capote saborea la emoción que le provocan unos detalles narrados con aparente sencillez: no es sólo un hombre que recuerda una anécdota durante la navidad en su infancia o una mujer que conjetura posibles motivos para reunirse con una amiga del pasado, tampoco son los personajes que coinciden durante un viaje en tren simples ejemplos de vidas, sin más, ni la conversación entre un viudo una una dama muy directa en mitad de un cementerio aquello que parece. Al llegar al final la historia se termina y regresa también a la primera puntada, algo devuelve al lector a aquel inicio discreto y todo se remata perfecto.

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