Historias reales

Historias reales. Helen Garner, trad. Cruz Rodríguez Juiz. Barcelona: Libros del Asteroide, 2018

La necesidad

Identifico publicadas en España sólo dos obras de Helen Garner (Geelong, Australia, 1942) además de Historias reales: una ficción titulada La habitación de invitados con traducción a cargo de Isabel Ferrer Marrades (Salamandra, 2010) y una crónica de tribunales traducida por Alba Ballesta como La casa de los lamentos e ilustrada por Victoria Chezner (Libros del K.O. , 2018). Un hormigueo de insatisfacción curiosa me trepa por las corvas y la imperiosa necesidad de leer ambas salta sobre mí sin que yo pueda hacer nada por quitármela de encima.

No puedo: después de Historias reales y, sobre todo, después de dos de esas historias, «Matar a Daniel» (1993) y «El destino de The First Stone» (1995) me es imposible. Trataré de explicarme sin caer en el entusiasmo de la lectora impresionable que a veces soy, sin dejarme llevar por la simple coincidencia de ideas, de creencias, de visiones del mundo que ahora sé que comparto con esta autora a raíz de estas lecturas.

Pasando por encima de cualquier texto de las magníficas Joan Didion, Annie Ernaux o Rachel Cusk llego por casualidad a Helen Garner, porque me topo con un ejemplar de sus «historias» en la biblioteca y porque, últimamente y por motivos personales, me interesan mucho las creaciones ficticias que repasan las vidas de los escritores sin caer en eso que llaman autoficción y permaneciendo al abrigo de la crónica periodística.

Me cae bien su estilo, al cual me acerco a mordisquitos justo antes de partir de vacaciones a la playa y abandonarlo en mi mesilla de noche hasta la vuelta, más tranquila, más morena y mejor alimentada.

Avanzo y me detengo, tomo notas, sonrío: me gustan, por ejemplo, las descripciones que hace del apestoso ambiente que se condensa en los festivales de literatura, me hace reír bastante y me relajo, bajo la guardia hasta que llego a la historia del asesinato del niño de dos años Daniel. Helen Garner me lleva del escarnio más perverso y lúcido al dolor por la existencia del mal y la crueldad en el mundo.

La curiosidad de la autora exprime hasta el último detalle de la capa más profunda de la información que llega objetivamente sobre los motivos de sus crónicas: no basta con pensar que un psicópata ha matado a un bebé a puñetazos, mirar el horror no es suficiente:

Lo que le pasó a Daniel Valero habla de todos nosotros, de nuestras naturalezas pública y privada. Agita miedos profundos sobre nosotros mismos y nos asusta y avergüenza. No veo cómo puede pensarse la historia de Daniel sin reconocer la existencia del mal o de algo que pervive en las personas a pesar de todo nuestro progreso e ingeniería social y nuestras redes de seguridad, algo que solo la filosofía, la religión o el arte pueden abordar: el gusano en el corazón de la rosa.

[pp. 250]

Me he abrochado el cinturón secándome las lágrimas y continúo para llegar al relato de la recepción de su libro sobre un caso de agresión sexual en uno de los colegios mayores de la universidad de Melbourne: esto, queridos lectores, reluce como el oro así que me detengo y observo, estudio, aprendo. La compleja red de pensamientos contradictorios que define a la amalgama del feminismo hoy en día, de pronto, se percibe en mi cabeza con claridad: las dudas se despejan y los problemas se resuelven. Estoy de acuerdo y me encanta que me lo cuenten de esta forma.

Seguiré leyendo.

Lo necesito.

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