What we do in the Shadows (Lo que hacemos en las sombras)

What We Do in the Shadows (Lo que hacemos en las sombras) Jemaine Clement, Taika Waititi, 2014

Ansia

Que al cine se va a aprender, a instruirse, a conocer otros mundos, otras culturas, otras historias que no son la nuestra… El cine, algo serio.

Lo que hacemos en las sombras, es justamente lo contrario, porque es una parida monumental con muchas, muchísimas cualidades para convertirse en fenómeno de taquilla del de boca-oreja. Sin más.

Este pretendida y ostentosamente falso documental, sigue a un grupo de vampiros en los meses previos al «Gran Carnaval Profano» que se celebra cada año en Wellington, Nueva Zelanda y al cual acuden no sólo no-muertos sino también zombies, demonios y demás gentecilla de no muy alta estofa y aun más bajo aprecio popular.

Y es tan graciosa…

El cine a veces se toma de coña a sí mismo, como la vida, que es muy seria pero que cuando uno olvida tomársela un poco de coña, se tuerce y se espesa, como un subtítulo mal sincronizado.

Yo soy de pensar que cuando las cosas van saliendo como uno quiere se establece una especie de deuda con el Universo y aunque uno toma carrerilla y se viene arriba queriendo abarcarlo todo con ansiedad y desatino, parece que lo próximo por lo que uno apueste, muy probablemente deba por fuerza salir mal, o al menos no de acuerdo con las expectativas generadas, para compensar.

Ansia de vivir.

A veces sale todo bien y a veces, sale todo mal; a veces vemos una película que nos transforma y nos cambia la manera de enfrentarnos a nuestros problemas cotidianos, que nos ayuda a tomar decisiones y a asumir riesgos y otras, simplemente desconectamos del mundo y nos entregamos a la carcajada absurda y espontánea.

No obstante, incluso en esos casos, se aprende una lección, porque el cine es algo muy serio y porque es parte de la vida.