Esa chaqueta anodina

Esa chaqueta anodina

Durante muchos muchos años, en muchas muchas películas hemos sido testigos de cambios físicos en personajes que dejan de ser «pringados» y pasan a ser populares por el simple hecho de cambiar unas pesadas gafas de pasta negra por un discreto par de lentillas. Así es como la chica fea del instituto se transforma en la bella reina del baile, sin gafas y con ramillete de flores en la muñeca. Así se burlaba Clark Kent de los terrícolas, con sólo meterse en una cabina y pim-pam-pum, me quito las gafotas de periodista y aparezco con mi súper traje de superhéroe volador. Sencillo y vistoso.

Pero los tiempos han cambiado y la tendencia reciente, al menos en cuanto a moda masculina para la gran pantalla se refiere, es la de las chaquetas con capacidad de volver invisible, insignificante, anónimo y vulgar a aquél que se atreva a vestirlas.

Recientemente, lo hemos visto en tres ejemplos que distan entre sí tanto como la noche, el día y la aurora boreal. Son los casos de her (Spike Jonze, 2013) Breaking Bad (Vince Gilligan, 2008-2013) y The Secret Life of Walter Mitty (Ben Stiller, 2013). En ellas vemos a tres señores que son Joaquim Phoenix, Bryan Cranston y Ben Stiller, respectivamente, que lucen la zamarra del anonimato como un apéndice necesario e imprescindible para que todos los identifiquemos con ese tipo de hombre anodino, que podría ser cualquiera pero que, de un momento a otro, verá estallar su propia historia y se convertirá en alguien que nada tendrá que ver con ninguno de nosotros (o nosotras).

Y todo por culpa de una chaqueta, una clásica «windbreaker jacket» de las que vivieron su época de esplendor en los años setenta norteamericanos y que regresan al día de hoy para recordarnos que nada es casual en el diseño de vestuario de la ficción audiovisual.

2 respuestas a “Esa chaqueta anodina

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