Pútrida patria

Pútrida patria. Ensayos sobre literatura. W. G. Sebald. Trad. MIguel Sáenz. Barcelona: Anagrama, 2005

En el confort de lo ajeno

Unheimliche Heimat (título original de la obra publicada en 1991) salta sobre mí en uno de mis paseos por la biblioteca pública: doblo un pasillo y ahí esta; para empezar, se trata de Sebald, un autor que mi amiga Eva me recomienda desde hace tiempo y a quien todavía no he leído; luego está el título, donde la palabra maldita «Heimliche» se ilumina con imaginarias letras de neón ante mis ojos.

Hace nueve años que invité a comer en un restaurante carísimo a los miembros de un tribunal evaluador que acababa de acribillar mi tesis doctoral, inmediatamente después de que me concedieran un aprobado y mi consecuente título de «Doctora» por un texto sobre «Das Unheimliche» aplicado al cine de Polanski. Nueve años que desfilan por el pasillo de la biblioteca cuando leo la traducción Pútrida patria, que se refiere (intuyo entonces y ahora confirmo) a la desazón de los escritores de origen austriaco (o no) sobre su propia idea de «heimat» o lugar de nacimiento. Ellos, entre otros, son Schnitzler, Kafka, Canetti, Bernhard y Handke.

Pútrida patria se convierte para mí enseguida, nada más completar la lectura de su primera parte (La descripción de la infelicidad, publicada por primera vez en 1985) en un ejemplo de texto-satélite o texto que, por mucho que me empeñe en aprehender para escurrir y digerir se queda siempre lejos y alrededor de mi rango de influencia. Si bien es cierto que un ensayo sobre literatura se aprovecha mejor si hay conocimiento previo de esa literatura escogida para ser comentada (yo a veces, en este libro, me he perdido varias) también es cierto que un buen chapuzón en el saber lector de otros refresca las mentes y despierta curiosidades.

«¿Por qué vuelve lo mismo a lo mismo? ¿Para qué ese rodeo? ¿Por qué tiene que atravesar la carne incesantemente las entrañas de otra carne? ¿Por qué tiene que ser ésa precisamente te la condición de nuestra vida?».

Ahí dejo el apunte del autor, para que lo piensen también los no vegetarianos.

Pútrida patria se vuelve hacia el origen y lo cuestiona, ya sea para rechazarlo o para aferrarse a él. Historias sobre el gueto escritas en alemán, se mezclan con interpretaciones de El castillo de Kafka que a mí me parecen muy cercanas y afines a la idea sobre el asco y lo repulsivo como conceptos ligados al poder y la dominación que plantea Ottessa Moshfegh en Lapvona, fíjense, así lo siento:

«El poder del castillo no es creativo, sino de una esterilidad total y se agota en su perpetuación sin meta y sin sentido. Se mantiene vivo gracias a la identificación de los impotentes con el principio de su opresión. Por eso, el continuo poder del castillo es menos absoluto que producto de una simbiosis total, que han aceptado los humillados, desde que la experiencia de la impotencia se ha convertido para ellos en una segunda da naturaleza…».

En la distancia, una distancia muy superior a la que implican nueve ridículos años, este conjunto de ensayos seguirá dando vueltas sin tocarme y aunque yo lo vea, lo seguiré sintiendo ajeno, algo que es, sin duda, reconfortante.

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